Arrancamos esta columna con la palabra del año con que cerró el 2022: inteligencia artificial (IA). La Fundación del Español Urgente, FundéuRAE, patrocinada por la Real Academia Española (RAE) y la agencia de noticias Efe, que es la institución que propicia el buen uso del español, tanto en los medios de comunicación como en internet, seleccionó este término como palabra del año por “su importante presencia en los medios de comunicación durante estos últimos 12 meses, así como en el debate social, debido a los diversos avances desarrollados en este ámbito y las consecuencias éticas derivadas”.
Por su parte, el Diccionario de la lengua española, define la inteligencia artificial como “la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.
Además de ser pieza clave para el desarrollo de productos cotidianos como los teléfonos móviles, las aplicaciones, los asistentes virtuales y chats que mantienen conversaciones fluidas entre un humano y una máquina, en su comunicado la FundaRAE también subraya su importancia para diversos ámbitos como el análisis de datos, la ciberseguridad, las finanzas o la lingüística.
“Este concepto ha pasado de ser una tecnología reservada a los especialistas a acompañar a la ciudadanía en su vida cotidiana: en forma de asistente virtual (como los que incorporan los teléfonos inteligentes), de aplicaciones que pueden crear ilustraciones a partir de otras previas o de chats que son capaces de mantener una conversación casi al mismo nivel que una persona”.
Como ha señalado Bill Gates en su blog “GatesNotes”, su desarrollo es tan fundamental “como la creación del microprocesador, el ordenador personal, Internet y el teléfono móvil. Cambiará la forma en que las personas trabajan, aprenden, viajan, reciben atención sanitaria y se comunican entre sí. Industrias enteras se reorientarán a su alrededor. Las empresas se distinguirán por lo bien que lo utilicen”.
Es precisamente en esta perspectiva, que desde Afán queremos subrayar la importancia de la inteligencia artificial para los Estados y gobiernos centroamericanos.
La IA es, sin duda, la columna vertebral de la innovación en la computación moderna, ya que ayuda a automatizar procesos y analizar grandes conjuntos de datos, lo cual genera valor para las personas, las sociedades y las empresas. Por ello, constituye una herramienta estratégica para las administraciones públicas. Sin embargo, su utilización adecuada de cara a la gestión y la construcción de política pública plantea grandes desafíos en lo que respecta a la privacidad, la transparencia, la ética y la equidad.
Uno de los mayores desafíos para los gobiernos centroamericanos es la necesidad de mayor inversión en tecnología y recursos para lograr una infraestructura tecnológica sólida y una fuente permanente de recursos para mantener y actualizar los sistemas de IA. En muchos países de Centroamérica, la inversión en tecnología y recursos es aún muy limitada, lo que dificulta la implementación de la IA.
La privacidad y seguridad de los datos es otro desafío importante para los gobiernos de la región. Para su funcionamiento, la IA requiere grandes cantidades de datos, por lo que los gobiernos deben diseñar los sistemas de IA de manera que protejan la privacidad y la seguridad de los ciudadanos y establecer regulaciones claras y robustas para ello, garantizando que éstos se utilicen para los fines previstos.
Otro factor a tomar en cuenta es que la IA puede contribuir a profundizar la brecha digital y las desigualdades sociales y económicas. En consecuencia, los gobiernos deben asegurar que los sistemas de IA se diseñen de manera justa e inclusiva y que se tomen medidas para mitigar cualquier impacto negativo en las comunidades más vulnerables.
Un desafío que fue puesto de relieve durante la pandemia del Covid-19 es el de educar y capacitar a los servidores públicos para que puedan administrar adecuadamente los sistemas de IA y se utilicen de manera beneficiosa para toda la población, y a la ciudadanía para que pueda utilizarla en función de elevar su calidad de vida.
Además de lo anterior, los gobiernos centroamericanos deben tener en cuenta que la IA puede tener un impacto negativo en el empleo. Hay trabajos que pueden ser automatizados, lo que podría causar pérdida de empleos. Esto requiere que las administraciones públicas tengan la capacidad para manejar el impacto en la fuerza laboral y preparar a las personas para los cambios en el mercado laboral.
En resumen, si los Estados y gobiernos centroamericanos hacen una lectura adecuada de ese conjunto de desafíos que les plantea la IA y generan una amplia concertación con los distintos actores de la sociedad para enfrentarlos con éxito, estarán en condiciones de aprovechar las nuevas posibilidades y oportunidades que la IA les abre en su relación con la ciudadanía y en todas las áreas de la política pública, para producir resultados inimaginables en la calidad de vida de la población y en el desarrollo de los países.
Artículo publicado en el siguiente portal web.