Boletín Reforme N° 828


Desinformación: Artículo escrito por Francisco Velázquez


La tensión creciente entre Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido con Rusia, a causa de Ucrania, de la que todos somos testigos, entre asombrados y aterrorizados por la posibilidad de que estalle un conflicto armado o que se aceleren los síntomas de una nueva guerra fría, nos lleva a analizar con frialdad las técnicas utilizadas por las partes para lograr el apoyo de la población. Los dos bloques de países defienden sus argumentos, generando continuamente noticias que benefician su propia posición, en la que el adversario es siempre el responsable del hecho negativo. Pudiera ser que un intento de realizar un análisis frío y distante se encontrara con el anatema inmediato. Como se ha señalado, “no hay términos medios, se penaliza la equidistancia, casi tanto o más que la propia discrepancia”. (Vallespín, 2021)

Como en todos los conflictos, probablemente la información proporcionada no es completa. Es parcial y beneficiosa para la parte suministradora, que sigue la técnica tradicional de todas las guerras. La comunicación oscila siempre entre el ocultamiento de los “hechos negativos” y la interpretación especialmente dura de lo que “el enemigo” ha llevado a cabo.

Un ejemplo clamoroso de este asunto se refiere a la mal llamada gripe “española”, tan recordada ahora a causa de la pandemia que retrasa su retirada, a pesar en este caso, de la unanimidad de todos los países e incluso su colaboración, tan poco usual en otras materias. La “gripe española” debe su nombre a que España en 1918 era neutral en la Primera Guerra Mundial y era el único país que publicaba el número de muertos. Quedó el nombre y resulta inútil renombrarla, aunque sí podemos recordar que el primer caso registrado fue en Kansas en marzo de 1918.

Históricamente esta es la secuencia habitual. En la guerra de Irak, el hecho desencadenante y que se explicó a la opinión pública fue la tenencia por Sadam Husein en Irak de armas de destrucción masiva inexistentes. La contrapropaganda, de gran efectividad en la guerra de independencia española contra las tropas de Napoleón, fue de gran utilidad en la contienda mediante proclamas, manifiestos, folletos y todo tipo de panfletos. La explosión del Maine en la bahía de La Habana fue cierta, pero no la atribución a la Marina española, pero sirvió para desencadenar la guerra entre Estados Unidos y España.

Hoy nos encontramos con una exacerbación de la cuestión merced a las redes sociales que tanta adhesión suscitan como problemas causan en ocasiones. Son muy útiles para las explicaciones y difusión de las políticas públicas o de medidas que deben ser conocidas de inmediato por la población, como esta pandemia nos ha demostrado. Su manipulación por medio chatbots o por grupos de individuos que protestan o generan una dirección distinta en cualquier circunstancia mediante fake news, ha sido evidente en los casos de elecciones en los países democráticos, incluyendo su importancia en las recientes elecciones norteamericanas.

La frecuencia e instantaneidad en la emisión de opiniones que las redes sociales permiten, nos mantienen informados, pero generan problemas de todo tipo que transforman cualquier argumento en el inicio de un sinfín de likes o reacciones contrarias, no necesariamente buscadas por el emisor. Con cierta frecuencia, es el inicio de una situación, en algún caso buscada, en otros muchos no, desagradable o incluso tensa. El resultado es la imposibilidad de generar una opinión pausada y ajustada a la realidad.

Lamentablemente, esta situación se traslada a los medios de comunicación, especialmente radio y televisión y lo que es peor al ámbito parlamentario. Genera con gran frecuencia la intolerancia, retratada en el libro la sociedad de la intolerancia de Fernando Vallespín.

En esta situación, la confianza de los ciudadanos en las instituciones públicas queda absolutamente mermada como se explica nítidamente en el libro recientemente editado por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo): “Los individuos considerarán que las instituciones son confiables si creen que las instituciones y los funcionarios son efectivos en el logro de sus objetivos y si esos objetivos son compartidos por la sociedad” (Keefer y Scartascini, 2021).

La confianza es esencial para el mantenimiento y fortalecimiento de las instituciones. Sin ella, se debilitan y dan paso a todo tipo de acciones destructoras de la convivencia ciudadana. La pandemia no ha contribuido en muchos países a generar más confianza, pero si las instituciones de salud y seguridad han funcionado, el ciudadano ha valorado positivamente su efectividad. Si no ha sido así, la desconfianza ha avanzado.

Artículo disponible en El Nacional.

Noticias del 31 de enero de 2022


Noticias del 28 de enero de 2022


Fernando Vallespín habla sobre “El papel del Estado en una sociedad de intolerancia”


La primera Conferencia Virtual de 2022 llevada a cabo el pasado 26 enero, iníció con palabras de bienvenida a cargo de Francisco Velázquez, Secretario General del CLAD, quién presentó al reconocido conferencista y catedrático de ciencia política y administración pública, quien también es distinguido experto en temas del Estado, y autor de numerosos libros y artículos de profundidad.
 
Seguidamente, Vallespín agradeció la invitación del CLAD para hacer esta conferencia en donde reflexionó sobre el papel del Estado en una sociedad de intolerancia, tema de su último libro.
 
En su abordaje, amplió su enfoque teórico, abordando una visión de la realidad con enfoque actual. Inició su presentación hablando de la doble identidad del Estado en el mundo occidental. En primera instancia, desde la perspectiva del Estado como agente protector, señaló que el Estado vela por proteger los intereses de la sociedad en donde se presentan toda una serie de desafíos, denominada la “sociedad estancada”, generando la pérdida de progreso como se le conoce en el mundo occidental, afectando el rendimiento o performance del Estado. 
 
En la segunda parte de su presentación, se refirió a la visión normativa del Estado, y cuáles son los principios donde debe ajustarse el funcionamiento democrático desde una perspectiva liberal.
 
En su libro aborda el tema de la erosión de la cultura liberal, «Podemos estar hablando de la aparición de sociedades iliberales, conectado con el populismo y fin de las democracias». Concentró su análisis en la posición que tenía el Estado de ser neutral frente al conflicto de las opiniones en donde ahora es objeto de disputas dentro de la sociedad. «Estamos perdiendo la idea antigua de estar en constante progreso. Esta perspectiva está presente en el mundo desarrollado, unido a la posibilidad de hacer historia. El fin del presente es construir un futuro mejor. El futuro es el horizonte de las posibilidades», afirmó.
 
En opinión del autor H.U. Gumbrecht, estamos viviendo un “presente extenso” y estamos perdiendo la noción de progreso, donde es difícil diferenciar el pasado del presente. El futuro queda como un escenario catastrófico. El futuro no es lo que era. Esto da lugar al discurso de la regresión (retrotopía-Zigmund Bauman) o nostalgia por un pasado idealizado. El futuro ya no se presenta como un horizonte de posibilidades abiertas, es una dimensión crecientemente cerrada a todo pronóstico, que al mismo tiempo comienza a percibirse como una amenaza (Cambio clímático, distopías tecnológicas).
 
La característica fundamental del mundo moderno es un mundo muy acelerado. Necesita del dinamismo para poder mantenerse en pie. Necesita crecimiento económico, innovación, etc. La percepción es que no paramos de movernos, pero no progresamos. Los problemas no se resuelven, todo sigue más o menos igual, la estructura sigue inalterable (Inmovilismo dinámico). No hay una clara solución eficiente, o bien porque, de haberla, no es posible imponerla políticamente.
 
Durante la conferencia, se abordó la erosión de la cultura política liberal, a lo cual se señaló que el panorama se presenta con una disputa entre valores y principios en la sociedad. Esto tiene que ver con la forma en que nos comunicamos.
 
Posteriormente se refirió al tema de la polarización. «Debemos tener la capacidad de argumentar y no entrar en la polarización. La polarización destaca con contenidos emocionales y de indignación que se reduce a una formulación binaria en donde prevalecen dos lecturas de la realidad, dos discursos, dos universos identitarios (in-group / out-group). Desde la perspectiva del “sectarismo político”, el adversario es percibido a la vez como diferente o ajeno, como desagradable o antipático, y como inmoral (partidismo negativo). Al estar en alguno de estos bloques políticos se asume también la identidad de los mismos (bloque de la derecha y bloque de la izquierda). Esto hace muy difícil la negociación de los conflictos. Hay una distinción entre conflictos negociables e innegociables, en donde los conflictos identitarios tienden a ser innegociables», señaló.
 
El objeto de la tolerancia, por otra parte, tiene que ver con ¿Qué se tolera o se debe tolerar? Abarca todo tipo de acciones, comportamientos, formas de vida, cosmovisión o ideologías, convicciones personales, etc. La tolerancia no es indiferencia ni aceptación; la tolerancia presupone siempre un componente de rechazo. Sólo merece ser tolerado lo que nos desagrada o lo que desafía a nuestros principios, cosmovisiones o forma de vida. Eso no significa que todo debe de ser tolerado, hay ciertos límites bien marcados, hay cosas intolerables. La tolerancia solo tiene sentido en la medida en quien la practica podría también no hacerlo (el componente de la “autorización”).
 
Al finalizar se realizó una sesión de preguntas que contó con una amplia participación de las personas conectadas. Para conocer mayores detalles de la conferencia, la misma se encuentra disponible en el Canal de YouTube del CLAD.

Noticias del 27 de enero de 2022


Boletín Reforme N° 827


Noticias del 21 de enero de 2022


Noticias del 20 de enero de 2022


 

La pobreza y las políticas públicas: Artículo escrito por D. Francisco Velázquez


Según Naciones Unidas, la pandemia actual, cuyo virus mutante asuela al mundo, podría aumentar la pobreza hasta llegar a afectar a 5oo millones de personas más. Sería la primera vez que la pobreza extrema se incrementa desde 1990, cifrada en 700 millones de personas. El desigual desarrollo de los países permite grandes ascensos en su escala y también caídas pronunciadas, pero no cabe duda de que la pandemia ha supuesto importantes problemas de carácter económico: disminución del empleo, caída de inversiones, quiebra de empresas, cierre de explotaciones industriales, migraciones.

En numerosos lugares, la preocupación por la variante ómicron da paso a los problemas de su contagio veloz, que está suponiendo la drástica disminución de los servicios públicos, suministrados por empleados públicos o privados, a causa de las sucesivas bajas de trabajadores contagiados. De nuevo la tensión entre la protección de la salud y la necesidad de realizar actividades económicas, imprescindibles para las empresas,y también para el mantenimiento del empleo. Por ello conviene que tengamos presente la pobreza y la necesidad que viven los sectores más castigados por la desigualdad, tal vez el mayor coste social de la crisis. (Jose María Maravall. 2017).

Entre las formas de pobreza que existen, cobra ahora una singular relevancia aquella que esta asociada a la carencia de posibilidades de acceso a las tecnologías de la cuarta revolución industrial. Esta circunstancia, que puede y debe ser combatida por las políticas públicas, se ha denominado brecha digital,definida como la línea o distancia que separa al grupo que puede acceder a las Tecnologías de la Información y las comunicaciones (TIC) del grupo que no. Atañe especialmente a las personas que por carecer de los medios económicos suficientes o por su analfabetismo digital, gozan de grandes dificultades para aprovechar las ventajas que esta tecnología nos alcanza.

La brecha se produce por variadas causas, pero las más importantes tienen que ver con la debilidad de las infraestructuras de conexión, la lejanía de los grandes centros económicos y políticos, pero también por el desconocimiento de las utilidades y aplicaciones que el mundo digital nos acerca y pone a nuestra disposición.

Para intentar nivelar la sociedad, se generan políticas públicas que permiten que la sociedad solucione o ,al menos, amaine los conflictos existentes, estableciendo ayudas, subvenciones y en general actuaciones que minimizan las diferencias sociales. Activar a la sociedades una de las funciones principales de la Administración, según los teóricos alemanes de finales siglo XIX.

Por ello, las políticas deben buscar siempre acceder al mayor numero de personas posible y huir de aquellos objetivos o resultados que solo alcancen a capas muy reducidas de la sociedad, que objetivamente no las necesitan o que tienen otros medios de conseguir su bienestar. El bienestar es precisamente, el objetivo general del Estado en la época actual, de quien ha tomado su nombre y se ha convertido en un desiderátum nunca totalmente logrado, pero generalmente buscado y con frecuencia prometido por las diversas opciones políticas.

Las políticas públicas pueden ser también excluyentes, cuando se dirigen sólo a beneficiar a capas sociales no necesitadas o abanderadas de un partido o un grupo, en detrimento de los demás. Es lo que ocurre cuando la corrupción se adueña de la sociedad y del Estado, pues los recursos públicos se destinan al beneficio de algunos ciudadanos o las políticas generales resultan demasiado onerosas por falta de control y por la dilapidación tortuosa de los dineros públicos.

En estos días de finales del año 21, conviene fijar la vista también en los proyectos de varios países desarrollados, que para beneficio de sus ciudadanos no dudan en transferir los residuos a los países más pobres o como acaba de anunciar el gobierno danés, construircárceles para que los presos extranjeros cumplan condena en Kosovo, perorespetandola legislación de Dinamarca.No parece que esta sea una actividad especialmente honrosa.

El fracaso mundial con respecto a la pandemia y la distribución de las vacunas, muy abundantes en los países ricos y casi inexistentes en algunos países pobres, es otra manifestación negativa. Pero como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado de forma reiterada, la pandemia no estará resuelta hasta que haya desaparecido en todo el mundo. La variante ómicron es una prueba de ello. Cómo ha señalado el expresidente uruguayo Sanguinetti es el “nacionalismo vacunatorio”.

La proliferación de trámites y su complejidad incrementa la dificultad en su comprensión y ello tiene especial incidencia en la pobreza y en su extensión. La digitalización de procedimientos y la actual imposibilidad de la presencia de los funcionarios en las oficinas administrativas, incrementa la pobreza. La pobreza digital es en cierto modo, otra secuela de la pobreza de siempre.

Artículo disponible en El Nacional.

Metas de las administraciones: Artículo escrito por D. Francisco Velázquez


Al comienzo del año, las organizaciones y los gobiernos hacen recuento de los éxitos y fracasos y de la mano de sus presupuestos, aprobados con mayor o menor desgaste político según las mayorías parlamentarias, establecen metas y propósitos para acometer los aspectos más relevantes de la vida económica y social. Estas metas, tan necesarias y urgentes cuando se dirigen a enfrentar los problemas, pueden ser objeto de apoyo o repulsa de la ciudadanía. Si responden a sus necesidades estaremos en la senda de la recuperación de la confianza ciudadana. Si, por el contrario, olvidan estas y se dirigen hacia gastos corrientes o suntuarios, que no obtienen de la ciudadanía reconocimiento o adhesión, se transformarán en un motivo más de queja y por tanto de distanciamiento de los poderes públicos.

Conviene alcanzar recursos suficientes para el funcionamiento de las administraciones, como acaba de demostrar hasta la saciedad la pandemia y lastimosamente sigue demostrando este baile de variedades o variantes de coronavirus (delta, ómicron, delta-ómicron) que exige en cada etapa nuevos esfuerzos ciudadanos y también de las instituciones públicas, que son nuestro instrumento más poderoso como sociedad, y son quizá el único instrumento para quienes disponen de menos recursos. (Meritxell Batet, 2021).

Son numerosos los aspectos en que nuestras sociedades han de mejorar, como la seguridad ciudadana, el establecimiento o consolidación de una función pública profesional, escasa o inexistente en numerosos países, la desigualdad que lamentablemente ha aumentado durante la pandemia. No todo, sin embargo, puede ser negativo en el área iberoamericana, pues América es un continente formado por instituciones jóvenes y tiene una inmensa capacidad de aceptar de inmediato las novedades y avances, que sin duda el mundo va a adoptar tras este periodo negativo, marcado por los contagios generalizados del virus covid 19.

Así lo demostró durante el siglo XIX, cuando sus Constituciones, en su inmensa mayoría flexibles y de modificación sencilla, acogieron cálidamente todo tipo de instituciones modernas para beneficio de sus ciudadanos.

La tarea no es sencilla y debe ser objeto de pactos generales entre las diversas fuerzas políticas, aunque esta no parece ser una moda con muchos seguidores, pues en demasiados países la tentación cainita está presente: se ejerce con demasiada frecuencia y como tal, se presenta ante la opinión pública una oposición absoluta a las normas y medidas adoptadas por el gobierno de turno, ocultando incluso aquellas leyes que han sido aprobadas por consenso. En España y Portugal, la mayoría de las derivadas de la normativa comunitaria, pero igualmente, en todos las Asambleas legislativas se consensuan normas de carácter técnico entre todas las fuerzas políticas.

Conviene que los gobernantes pongan su mira en el beneficio de la población y trabajen de forma denodada en esta dirección, para recuperar al menos parcialmente el apoyo ciudadano que han sufrido insistentemente durante este periodo. Y uno de los temas en que debemos trabajar es precisamente aquel que se relaciona con la ética pública y la corrupción, como preconiza la Carta Iberoamericana de Ética e Integridad en la Función Pública, aprobada por el CLAD en 2018, que ofrece un camino hacia el comportamiento íntegro en las organizaciones públicas, un camino que supere el mero rechazo de las actuaciones corruptas y busque la mejor forma de servir los intereses generales.

La aparición de nuevas fuerzas políticas gobernantes (Perú, Chile…) debe ser un buen momento para empezar la andadura en la búsqueda no sólo de los aspectos relacionados con la democracia representativa como la transparencia, la rendición de cuentas o la participación, sino también para establecer medidas efectivas de lucha contra la corrupción. En todos los países, a mayor o menor nivel, existe corrupción y este hecho debe ser combatido, para beneficio ciudadano y como forma de acercamiento entre estos y sus representantes. El índice de percepción de la corrupción coloca en buena posición a Chile (25) pero Perú (94)y otros países del área se encuentran en peor situación.  No es un fenómeno nuevo, pero la sociedad y las instituciones deben estar alerta, porque la corrupción constituye un potente indicador de la mala salud de la democracia, porque apunta a una clase política que se ha vuelto cínica, amoral y opaca al escrutinio público. (Colin Crouch, 2004)

En el comienzo de esta etapa, los países tienen numerosas tareas para desarrollar la democracia y recuperar la confianza ciudadana y entre ellas, la de dirigir recursos para mejorar la seguridad ciudadana, combatir la desigualdad en aumento,  consolidar las instituciones y la función pública, así como para luchar contra la corrupción.

Artículo disponible en El Nacional.

Noticias del 19 de enero de 2022